<< Volver atrás

Tesis:

Tipología constructiva de la aldea ceremonial de Orongo.


  • Autor: PALLARES TORRES, María Eugenia

  • Título: Tipología constructiva de la aldea ceremonial de Orongo.

  • Fecha: 2010

  • Materia: Sin materia definida

  • Escuela: E.T.S. DE ARQUITECTURA

  • Departamentos: CONSTRUCCION Y TECNOLOGIA ARQUITECTONICAS

  • Acceso electrónico:

  • Director/a 1º: MALDONADO RAMOS, Luís

  • Resumen: Rapa Nui es un territorio que, a la sola mención, despierta inquietud y curiosidad debido a que se percibe lejana y rodeada de misterio, fundamentalmente por lo poco que se sabe de ella y específicamente de los constructores que, en tiempos primitivos levantaron enormes estatuas de piedra con las que invadieron todo el territorio y que los dieron a conocer a nivel mundial por lo exclusivo de su producción. Mucho se ha escrito y mucho se ha dicho; sin embargo hasta estos días, no existe acuerdo absoluto que de cuenta de la razón que los llevó a producir tremendas obras de ingeniería, utilizando los escasos recursos disponibles y las básicas tecnologías que lograron desarrollar en un entorno de absoluto aislamiento. El comportamiento de la comunidad prehistórica rapanui, es semejante al de otras culturas que evolucionaron en sus estados en conformidad a la manera como cambiaba su economía; lo diferente es que en la mayoría de los casos, ha existido intercambio con otras culturas, por lo que la responsabilidad de la obra rapanui sólo es atribuible a la sociedad que la produjo y que logró superar estados en la medida en que se reinventaba aprendiendo de sus experiencias. Uno de los factores que condicionó la situación de los rapanui, debió ser la localización y las características del pequeño territorio, que es el más aislado del planeta, debido a que es el que presenta mayores distancias respecto de cualquier otro sitio habitable, tema relevante, porque para los rapanui pudo ser considerado único y por lo tanto ellos pudieron suponer que estaban solos. La obra ejecutada por esa sociedad, fue desarrollada, durante catorce siglos y se caracteriza por la evolución en los procesos y cambios en los requerimientos, lo que da cuenta de estados de reflexión y de organización que permitieron al grupo aprender de sus errores, además, de asumir todas las cargas que la condición de aislamiento les reportaba, situaciones que, sin duda, debían resolverse en el sitio, ya que no existían otras opciones, por lo que, más allá de los conflictos, las soluciones siempre consideraron que los afectados seguirían compartiendo el territorio, lo que probablemente promovió el diálogo y la tolerancia. La cultura rapanui se caracterizó por una fuerte relación con los ancestros y con los orígenes, privilegiando la presencia de los antepasados y de las relaciones cósmicas, siendo el mar y el cielo los medios que los conectan con la vida y con el futuro. El territorio fue el escenario donde se implantaron ideas y conceptos, los que se materializaron a través de construcciones que, asumiendo las variables medio ambientales, promovieron una forma de habitar respetuosa e inspirada en el entorno y fiel a las creencias. La ocupación del territorio se asocia con los grupos que lo habitaban, observándose en todas las intervenciones dualidad en el dominio en que subsisten las intenciones privadas y las de toda la comunidad, con un modelo que reparte entre los clanes toda la superficie de la Isla, manteniendo una red de comunicación que atraviesa los dominios privados, conectando toda la población con las áreas importantes y únicas; tanto desde la perspectiva ceremonial, como de la obtención de recursos. Existe un sólo modelo de asentamiento que se desarrolla en todo el territorio, adaptándose a la topografía, incluye área ceremonial, de habitación, de cultivo y de almacenamiento. La arquitectura rapanui es conocida, fundamentalmente, por la estatuaria mortuoria, asociada a las plataformas ceremoniales y a los lugares de enterramiento; probablemente, la razón radique en que se trata de grandes estatuas esculpidas en las faldas de toba de uno de los volcanes y trasladadas a los diferentes lugares del territorio para coronar las tumbas; obedecen a una tipología de representación humana en que se destacan algunos órganos en perjuicio de otros y se supone eran motivo de veneración como culto a los antepasados. Dado que son una constante de producto en gran parte de la prehistoria rapanui, se han usado como recurso de investigación para que, a través de la evolución del diseño y las características de la talla, poder identificar los períodos relevantes de la historia del pueblo; incluso el ocaso de la tradición, que, presumiblemente, obedeció a conflictos entre los distintos clanes, que hubiese podido provocar la destrucción y posterior abandono de la práctica, situación que es posible, pero, que sin lugar a dudas, debió ocurrir en el tiempo, relacionándose con un cambio en la organización social y en el sistema económico de la Isla. Los primeros visitantes a la Isla observaron el fin de una época en la cultura rapanui, que, incrementada por la diferencia de motivaciones con los locales, produjeron cambios sociales que también generaron cambios políticos, propiciando el acceso al poder desde la frontera del liderazgo por sobre la designación divina. Cuestión que generó una nueva institucionalidad, y, estructuras destinadas a acoger las nuevas prácticas, que, teniendo un norte conectado con las capacidades del hombre escogió como motivo de veneración el origen de la vida, representada por el huevo que depositan las aves migratorias, únicas visitas que anidan en los únicos otros trozos de tierra que desde la Isla se pueden observar: los motus o islotes conocidos con los nombres de Motu Mui, Motu Iti y Motu Kao Kao. El simbolismo asociado con la vida y con la posibilidad de salir y volver a la Isla, fue el argumento del ceremonial que entregaba el poder político por un ciclo, al que lograra capturar el primer huevo en el islote y lo trasladara hasta la Isla; el premio era para el jefe del clan del atleta que mediante su físico, valentía y estrategia, atravesara los tres kilómetros de inquietas y pobladas aguas del Pacífico. Es evidente que una ceremonia requiere de mucho más que aceptar una prueba como referente de una situación y de un estado, requiere de espacialidades que las contengan y de facilidades y servicios que los acojan; luego el lugar elegido para la implantación también tiene una fuerte incidencia sobre el ritual; corresponde a un lugar con características simbólicas y relacionado con los objetivos de la ceremonia, que, por presencia, impone su impronta como sitio de contención y conexión con las fuerzas de la naturaleza y del hombre. Para la mayoría de los visitantes de la época del descubrimiento, 1.722 hasta comienzos de 1.800, lo interesante de reportar era la ceremonia, y para los primeros investigadores científicos el contenido material, escultórico y pictórico depositado en las estructuras. Parece adecuado considerar que se trataba de una ceremonia en desarrollo, por lo que existe la oportunidad de buscar en las construcciones las motivaciones, el estado de desarrollo de la sociedad y el modelo de organización que permitió producirlas. La Aldea Ceremonial de Orongo, es tan única como los moais, pero, a diferencia de ellos, las estructuras más importantes están destinadas al cobijo, aquello que se conoce como arquitectura doméstica y que corresponde a un tema de reciente interés. Orongo es el lugar donde los rapanui construyeron un asentamiento estacional que permitía acoger las actividades de un grupo de personas que, ante un mismo objetivo, competían por lograr un premio; contempla áreas ceremoniales y de encuentro, de cobijo, de socialización, de cultivos y de servicios. Las bases de la implantación se observan absolutamente respetuosas del lugar, pareciera que la intención es alterarlo lo menos posible, lo que se consigue con estructuras que se instalan como cortes del terreno asemejando terrazas y usando como material de construcción y de terminación los de la zona; no sólo se trata de utilizar la piedra del lugar, sino de revestir las cubiertas con hierba para que se mimeticen con el terreno. La relevancia del sitio en que se instala la Aldea, también está dada por la orientación de las vistas que permite la pendiente y que se focalizan en la visualización de los motus, lugar de observación por excelencia de la ceremonia. Del conjunto de estructuras, lo más destacable por cantidad y presencia, son las viviendas, que son agrupaciones que, sin alterar el paisaje, ofrecen cobijo a los usuarios, entregando una forma de uso transversal a la cultura rapanui, pero con materialidad apropiada al lugar, tanto por la intención de mimetizarse, como por la de usar recursos de la zona y, fundamentalmente, por adaptarse a las condiciones climáticas, que son definitivamente distintas. Comprender la producción y construcción de las viviendas, es el desafío a desarrollar en esta investigación; para lograrlo se estudiarán las cuestiones que llevaron al estado que las demandó, la experiencia constructiva de los rapanui y las estrategias de diseño y de construcción que posibilitaron la materialización, teniendo siempre presente que se trata de un sitio del que se sabe para qué servía y las actividades que en él ocurrían, interesando explorar cómo lograron producirlo y bajo qué consideraciones; se trata de identificar, a través de las construcciones, los estados y procesos que llevaron a un pequeño grupo de personas en situación de aislamiento, a desarrollarse y evolucionar social y tecnológicamente.