Tesis:
Las dimensiones del tiempo en las estrategias arquitectónicas contemporáneas: 1978-1995, Eisenman-Tschumi-Lynn.
- Autor: RUIZ ESQUIROZ, Jose Antonio
- Título: Las dimensiones del tiempo en las estrategias arquitectónicas contemporáneas: 1978-1995, Eisenman-Tschumi-Lynn.
- Fecha: 2011
- Materia: Sin materia definida
- Escuela: E.T.S. DE ARQUITECTURA
- Departamentos: PROYECTOS ARQUITECTONICOS
- Acceso electrónico:
- Director/a 1º: GAZAPO DE AGUILERA, Darío
- Director/a 2º: LAPAYESE LUQUE, Concha
- Resumen: Algo ha cambiado en nuestra manera de entender el concepto de tiempo durante el Siglo XX, que con cierto desfase, ha sido refractado en la manera de producir arquitectura. La presente tesis analiza una serie de estrategias que han incorporado la dimensión temporal como una materia activa, en la elaboración del proyecto arquitectónico. Se hace necesario hoy analizar los fenómenos que, durante los últimos 150 años, han otorgado a esta dimensión un mayor protagonismo, hasta el punto de generar una nueva conciencia temporal. La primera hipótesis plantea que el tiempo se ha ¡do espesando, haciéndose carne, en todas las disciplinas creativas durante la segunda mitad del Siglo XX. Aunque debemos reconocer que antes que en la arquitectura, este espesamiento se ha hecho presente en la música, el cine, la pintura o en la escultura2. La segunda hipótesis, derivada de este espesamiento temporal, propone que se ha producido un debilitamiento en el contenido semántico de la arquitectura. Dicho de otro modo, la utilización activa del tiempo va ligada a una desmotivación lingüística a través de la proliferación de signos de tipo “índice”, en detrimento de los contenidos simbólicos o iconográficos. El entendimiento de la obra como proceso provocará que el resultado final se constituya como un conjunto de trazas o huellas que significan un proceso de transformación. Atrás quedan las certezas de un mundo newtoniano, en el todo se movía sincrónicamente según unas leyes universales sin pérdidas de ningún tipo, y que funcionaba ad aeternum. La ciencia ha ido erosionando nuestras certezas, proponiendo teorías que en lugar de clarificar el funcionamiento del universo, lo han alejado más de nuestra intuición, provocado a menudo nuestra estupefacción. Por citar algunas, hablaremos de la entropía en la Segunda Ley de la Termodinámica y su consecuente irreversibilidad temporal, de la activación del espacio neutro cartesiano mediante el descubrimiento de los campos de fuerzas electromagnéticos, de las nuevas escalas temporales desplegadas por los mapas de la Evolución darwiniana y la Teoría de la Deriva Intercontinental de Wegener, o de la casi nunca comprendida y sin embargo infinitamente citada Relatividad de Einstein y su concepto de espacio-tiempo, que indirectamente marcará el devenir de todo el Siglo XX. Contemporáneo a Einstein, Henri Bergson introducirá el contrapunto desde la filosofía, con sus conceptos de duración, memoria y evolución creadora, atacando en cierta medida al espacio-tiempo Einsteniano por su reduccionismo cuantitativo3, y proponiendo la idea del tiempo como una multiplicidad cualitativa, ligada a la interioridad de la mente humana. Además Bergson también se interesará por las “falsas continuidades” a partir de las cuales el nuevo arte del tiempo, el cine, reconstruirá el tiempo y el movimiento. A través de la revisión del postestructuralismo deleuziano estudiaremos sus tres tesis sobre el movimiento. Los conceptos de Einstein y Bergson pronto encontrarán representaciones directas en las disciplinas artísticas. Siegfried Giedion se encargará de historiografiar en Espacio, Tiempo y Arquitectura5 estas primeras literalizaciones, tanto en el multiperspectivismo del cubismo como en la solidificación de las líneas-fuerza del futurismo. Sin embargo la urgencia de estas primeras representaciones a menudo provocarán visualizaciones directas de unos conceptos, que todavía serían digeridos por una larga cadena de disciplinas y tecnologías. Debemos esperar 75 años, una vez apagada la ansiedad de las primeras vanguardias, y ya de manera indirecta, para que las nuevas tecnologías digitales produzcan una metáfora epistemológica más sofisticada del espacio-tiempo. Aunque son muchos los arquitectos que han trabajado sobre el problema del tiempo, la tesis se centrará en tres que resultan particularmente interesantes, y con los que como he indicado, he tenido un contacto personal directo. Se trata de Peter Eisenman, Bernard Tschumi y Greg Lynn. Los tres representan a diferentes generaciones, aunque sus biografías se superponen en la ciudad de Nueva York. Una característica común en ellos es el acentuado carácter intelectual de su obra. Todos han construido una carrera profesional basada en la enseñanza, en la preocupación teórica y en la participación activa en el debate arquitectónico internacional. Quizás una consecuencia directa sea que hayan construido relativamente poco. De todos ellos, quizás Peter Eisenman sea la figura más poliédrica y compleja, ya que desde 1963 no ha cesado de producir escritos, libros, foros de debate y proyectos. La presente tesis doctoral analiza específicamente las dimensiones temporales en las estrategias que despliegan estos tres autores, ya sea en su obra teórica como en su práctica arquitectónica. De Peter Eisenman comenzaremos con su tesis doctoral, The Formal Basis of Modern Architecture (La base formal de la arquitectura moderna), donde influenciado por su mentor Colin Rowe, analiza cuatro maestros del Movimiento Moderno6 a través de sus diagramas de transformación formal. Esta reducción de la arquitectura a un juego cuatridimensional de formas en transformación a través de una serie de fotogramas, será lo que desarrollará en la serie de sus once casas a partir de 1967. En los años 70 Eisenman se involucra en un proyecto cultural muy ambicioso, el IAUS (Institute for Architecture and Urban Studies), que junto con la revista Oppositions, le ponen en contacto con varios pensadores que influirán notablemente en su manera de producir arquitectura a partir de la segunda mitad de la década. Nos referimos sobre todo a Aldo Rossi y a Manfredo Tafuri, que provocarán una renovada atención por la dimensión temporal de la ciudad y por lo tanto, de la historia. Es impensable el proyecto del Cannaregio de 1978 sin la contaminación intelectual que Eisenman había recibido en estos foros desde 1973. En este proyecto, a las transformaciones de las primeras casas se le añaden otros tiempos, derivados de la ficción arqueológica de una serie de capas. La más importante, la generada por la extensión de la retícula formada por los núcleos de comunicación vertical del hospital que en 1964 Le Corbusier proyectaría para la zona norte del Cannaregio, y que nunca llegaría a construir. Tras Eisenman pasaremos a Bernard Tschumi, cuyo proyecto para La Villete ha sido a menudo relacionado con el Cannaregio, aunque como veremos, su génesis se remonta a una tradición cultural y a un entramado conceptual bien distinto. Formado en ETH de Zúrich e impactado por haber sido testigo directo de los sucesos de París del 68, el joven Bernard comenzará su carrera docente en la Architectural Association a comienzo de los 70, donde planteará una serie de estudios experimentales, donde el activismo político y las acciones urbanas inspiradas en los textos de Henri Lefevbre y el arte “performance”, serán protagonistas. A partir de la segunda mitad de la década, su interés se desplaza hacia el cronotope7 literario (la forma del tiempo en la novela), utilizando autores franceses pertenecientes a la revista de crítica literaria Tel Quel, pero también textos de Joyce, Kafka o Borges, como “programas” para sus estudios. De este periodo destacaremos el precedente directo de La Willette, el Joyce’s Garden de 1976. Ese mismo año Tschumi viajará a Nueva York, donde comenzará una carrera docente en el lAUS, así como en Princeton y la Cooper Union. Además contactará con algunos artistas de la vanguardia neoyorkina, que posteriormente se denominarían The Picture Generation (La Generación de las Imágenes). En esta etapa neoyorkina se gestarán entre 1978 y 1981 los cuatro capítulos de lo que posteriormente se denominarían como Los Manhattan Transcripts; un manifiesto gráfico en el que explora notaciones gráficas alternativas a las clásicas, que incorporan la dimensión temporal mediante técnicas mixtas importadas del cine, la coreografía o la música. La propuesta que Tschumi presentará para el Concurso Internacional de La Willette en 1982, incorporará tanto las investigaciones de los Transcripts, como las desarrolladas en la Architectural Association, con la retícula de puntos de su Joyce’s Garden. A diferencia del Cannaregio o los proyectos de Las Ciudades de Excavación Artificial de Eisenman, en Tschumi 1a retícula no se fetichizará, convirtiéndola en un objeto formal con el que jugar a la transformación en un ilimitado efecto moiré. En La Villette la retícula organiza un vasto espacio, que posibilita su reprogramación en el tiempo. En ambos proyectos habrá una superposición de tres capas, así como referencias a retículas precedentes de proyectos corbusierianos (el Hospital de Venecia y el Plan Voisin). Cada una de las tres capas del proyecto de Tschumi, los puntos, las lineas y las superficies, estarán asociadas a distintas dimensiones temporales. El carácter abierto del proyecto de Tschumi, gracias a su “sistema mediador abstracto”, también estará presente en la propuesta organizada en franjas de su gran “competidor”, Rem Koolhaas. Ambos proyectos, por su escala y por su atención a un paisaje perceptivo y programático cambiante, los denominaremos como cronopaisajes. Invitado por Tschumi, Eisenman participará en 1986 junto con Jacques Derrida, en la elaboración de un pequeño jardín dentro del Parque de La Villette. Siguiendo una incesante matryoskha conceptual, su propuesta no sólo incluirá (reducida) la del arquitecto franco-suizo, sino también la suya propia del Cannaregio, además de otras capas referenciadas a distintos tiempos y espacios. En 1988 se producirán dos hechos muy importantes en la carrera de Bernard Tschumi. En primer lugar la selección de La Villette para la exposición de Arquitectura Deconstructivista en el MoMA, en la que también participará Peter Eisenman (con quien ya trabajaba un jovencísimo Greg Lynn). Y en segundo lugar, su nombramiento como decano de la GSAPP de la Universidad de Columbia, relevando a James Stewart Polshek, donde durante los cinco primeros años desarrollará un ambicioso proyecto académico, en el que Greg Lynn tendrá un puesto privilegiado. Llegamos así al tercer protagonista de la tesis, quien afirma tener dos mentores: Peter Eisenman, con el que trabajaría desde 1987 hasta 1991, con una pausa para cursar un master en Princeton; y Bernard Tschumi, que lo contrataría como profesor de proyectos en Columbia en 1993, y para el que comenzaría, junto con otros cuatro docentes, los célebres “paperless studios” (estudios sin papel), que plantearían una metodología de enseñanza desarrollada completamente en un entorno digital (1993-94). Tras analizar algunos proyectos realizados por Greg Lynn en la oficina de Eisenman (1987-1991) y en su propio estudio (1992-1994), nos centraremos en la innovadora propuesta que presentará en el concurso para diseñar una cubierta para los puentes elevados que dan acceso a la Terminal de Autobuses de la Calle 42 de Manhattan, el denominado PortAuthority Gateway (1995). Esta propuesta, aunque desarrollada a nivel de anteproyecto, será la primera en nuestra disciplina en la que la dimensión temporal es sintetizada como una capa más dentro de un entorno digital. La forma surgirá de la recreación computerizada de una serie de procesos, en los que entrarán en juego una serie de campos de fuerzas que afectarán a unas licuefactadas primitivas geométricas. La resultante de solidificar este tiempo líquido será denominada paradójicamente como formless architecture (arquitectura sin forma). Greg Lynn será uno de los primeros en utilizar las técnicas de animación digitales en el proceso de diseño arquitectónico, abriendo la veda a decenas de arquitectos que verán en estas herramientas un nuevo impulso para la experimentación arquitectónica en los albores del segundo milenio. El espesamiento de la dimensión temporal se hará patente en las conferencias anuales ANY (1991-2000), donde Eisenman, Lynn y Tschumi participarán activamente, junto con un nutrido grupo de intelectuales de otras disciplinas, hasta su conclusión. Tras los tres capítulos centrales, el capítulo final, Hacia una Multiplicidad Temporal, recapitulará las estrategias abordadas proyectando con la redefinición de los 25 términos más importantes de la tesis, otras tantas ventanas para futuras investigaciones.