Tesis:
El otro lado del espejo : arquitectura y cómic, la obra de Schuiten y Peeters.
- Autor: TUSET SOUTO, Jorge Alberto
- Título: El otro lado del espejo : arquitectura y cómic, la obra de Schuiten y Peeters.
- Fecha: 2011
- Materia: Sin materia definida
- Escuela: E.T.S. DE ARQUITECTURA
- Departamentos: PROYECTOS ARQUITECTONICOS
- Acceso electrónico: http://oa.upm.es/10579/
- Director/a 1º: FERNANDEZ TRAPA DE ISASI, Justo
- Resumen: La influencia de la Arquitectura en el Cómic es, hoy en día un asunto más que probado. Innumerables críticos y estudiosos de ambas disciplinas como Eco, Masotto, Ramírez, Montaner, Smolderen o Peeters así lo atestiguan. La situación contemporánea nos sorprende transitando estos caminos en un sentido inverso, buscando las aportaciones que desde el cómic se han hecho a la arquitectura, y como de un modo u otro los primeros han incidido en la segunda. Más allá de los aportes de Hoggarth en 1810, puede decirse que el cómic establece sus primeras reglas con Töpffer en 1827. Pasando a la consideración del gran público a través de la prensa norteamericana y la famosa pugna entre Joseph Pulitzer y Randolph Hearst de finales del siglo diecinueve y principios del veinte. La ciudad se hace evidente protagonista en las tiras de Outcault y sus “slums” newyorkinos en “Yellow Kid” de 1896 y en las visiones perspectivas de metrópolis como New York, Chicago o Toronto en el “Little Nemo” de Mc Cay de 1910. El posterior advenimiento de los superhéroes con sus códigos, mensajes y valores y la incidencia y control de los sindicatos sobre la producción cultural de los años 30 es ya también historia más que conocida. Por otro lado, la escuela europea transita por derroteros diferentes, en donde la sociedad, el grupo, lo colectivo y no el individuo son los protagonistas y su eje temático, y- no se trata la genérica ciudad americana sino aquella configurada por lugares reconocibles e individualizables (el Paris de Néstor Burma, la Barcelona de Felina, la New York de Ranxerox) Otras escuelas intentan, por ese entonces, sintetizar lo mejor de ambos mundos. En Latinoamérica y en particular en Argentina, al impulso del “boom” económico de la 2 ª post guerra; autores como Oesterheld, Breccia, Pratt, Solano López, Word o Poumé, han dejado su huella. Los movimientos contestarios surgidos a impulso del “mayo del 68” francés y de los movimientos sociales y revolucionarios del momento (Hippies, Pacifistas, Revolución Cultural China, etc.) comprendieron enseguida si alto valor como instrumento de comunicación y así lo manejaron en tal sentido (Vaugh Bodé, Eisner, Cómics de Mao, etc.). De Oriente, cuya tradición por el dibujo sutil y refinado reconoce antecedentes históricos de larga data, surgen a finales del siglo XX a la consideración mundial géneros como el Manga, en todas sus variantes (erótico, homosexual sádico, infantil, femenino…) y su derivación directa en el cine, el Animé. Tal vez algunos de los aportes más significativos a la visión de la arquitectura desde el cómic sean los desarrollados por Hergé y sus construcción de ciudades de ficción a partir de lugares comunes y de ciudades reales; los de Crepax y sus perversiones y trasgresiones a la arquitectura de Mendelsohn o Le Corbusier; el manejo desinhibido de los estilemas del Movimiento Moderno de Torres o la opresiva ciudad de Motter mezcla de la New York de Ferris y la Metrópolis de Lang. Los arquitectos comienzan a manejar explícitamente el lenguaje del cómic en los manifiestos de los ingleses Archigram y los italianos de Superstudio, para llegar finalmente a nuestros días con significativos aportes de arquitectos como Rob Krier (Architectural Compositions, 1988) o Koolhaas (Exodus, 1972; Content, 2004) El surgimiento de la dupla franco-belga de Benoit Peeters y François Schuiten adquiere en este contexto una relevancia más que significativa en todo este intrincado proceso de influencias recíprocas. Con seguridad la particular formación cultural de ambos personales (uno “hijo” del fermental mayo del 68 francés, el otro “hijo” de arquitectos y promotores culturales) a resultado de capital importancia. Se entremezclan así en su obra el desaforado maquinismo ingenieril del siglo XIX, el Art Nouveau belga (en particular Horta), los grandes proyectos de renovación urbana y ordenamiento de nuestras ciudades (Haussmann, Cerdá, Sitte), teorías científicas radicales: materia-antimateria, agujeros negros, dimensiones paralelas (Bohr Wheeler….), teorías esotéricas, sociedades secretas poseedoras de conocimientos ocultos reservados a unos pocos iniciados. En toda la serie conocida como las ‘Ciudades Oscuras” la arquitectura es protagonista principal, y por lo tanto, sus constructores: promotores, políticos y arquitectos son también referencia ineludible. Pero también lo son otros actores sociales y culturales: científicos, literatos, pintores, militares, prostitutas y hasta un simple florista. Las grandes exposiciones internacionales siempre han sido lugares idóneos para la experimentación y la innovación arquitectónica, así ha sucedido desde la Exposición Universal de Londres de 1851 hasta llegar a la Shangai de 2010. Un evento de características similares en el universo de las Ciudades Oscuras, nos revela toda una serie de analogías y trasvase de formas, conceptos e ideas que asoman para reforzar las teorías de continuos y estrechos contactos entre estos dos universos. La figura más descollante del panorama arquitectónico de las Ciudades Oscuras es el “urbatecta” Eugéne Robick, en cuya obra es fácilmente detectable la influencia de arquitectos como Horta o Sant Elía. Su visión de que la arquitectura puede ser ella, por sí misma, la gran ordenadora de una sociedad, lo aproxima a los planteos de un Hilberseimer o un Le Corbusier. Su obsesión por el orden y las tramas que lo regulen lo vinculan a la obra de Eisenmann en el Centro Wexner de Ohio o el Parque de la Viliette de Tschumi en Paris. Al igual que en las propuestas de muchos arquitectos contemporáneos, la utopía, está siempre presente en el universo de las Ciudades Oscuras. Todo este viaje por los mundos de la arquitectura ha llevado a Schuiten y Peeters ha involucrarse con ella tanto desde el punto de vista teórico como práctico. Su participación en numerosos talleres y seminarios, realizados en diferentes escuelas de arquitectura tanto en Europa como en América, así lo atestiguan. También se han involucrado con la arquitectura como hecho construido (Centro Cultural de Jette en Bélgica, Estación de Metro de Arts et Métiers en Paris, Pabellón de Bélgica en Aichi 2002 ) La obra de Schuiten y Peeters nos prueba el valor fundamental y la importancia del cómic en la mediática cultural contemporánea. El cómic presenta la virtud de permitir forzar los límites de la realidad, permitir especulaciones y exploraciones que de otra manera no serían posibles. Permite explorar teorías, especular y desarrollar nuevas interpretaciones sin otros límites que la imaginación propia. Vale lo afirmado por el arquitecto Josep Ma. Montaner: “El cómic puede ser un perfecto y económico banco de pruebas de las arquitecturas y las ciudades, al mismo tiempo que un campo de ejercicio para los estudiantes de arquitectura”.