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Tesis:

Criterios de sostenibilidad en la localización de instalaciones industriales.


  • Autor: LUNA GONZALEZ, Juan Pedro

  • Título: Criterios de sostenibilidad en la localización de instalaciones industriales.

  • Fecha: 2014

  • Materia: Sin materia definida

  • Escuela: E.T.S. DE INGENIEROS INDUSTRIALES

  • Departamentos: INGENIERIA QUIMICA INDUSTRIAL Y DEL MEDIO AMBIENTE

  • Acceso electrónico: http://oa.upm.es/23341/

  • Director/a 1º: RODRIGUEZ HURTADO, Encarnación

  • Resumen: Con frecuencia se utilizan indistintamente los términos desarrollo sostenible y sostenibilidad para definir el comportamiento de la actividad humana. El concepto de sostenibilidad ya sea ligado a un cambio gradual (desarrollo) o a la estabilidad de las condiciones presentes ha despertado gran interés en el ámbito académico y en el institucional propiciando el desarrollo de diversas metodologías para su evaluación y valoración. En este trabajo se propone el uso del término desarrollo sostenible como marco en el que definir criterios sobre los que adoptar decisiones para la localización de establecimientos industriales. Los trabajos publicados sobre desarrollo sostenible muestran que no existe unanimidad en lo referente a su percepción y exigencias. Esto ha dado lugar a distintas corrientes de pensamiento en las que se contraponen los planteamientos más restrictivos sobre la conservación ecológica, conocidos como planteamientos de sostenibilidad fuerte, frente a planteamientos en los que el desarrollo sostenible se concibe como una trasformación armoniosa y regenerable del capital natural, que es la denominada sostenibilidad débil. Esta flexibilidad considerada en la segunda percepción facilita la aplicación del concepto de sostenibilidad al ámbito empresarial, en el que se incluye el industrial, que constantemente está interactuando con la naturaleza. El nivel en el que el desarrollo de esta interacción sea equilibrado en el tiempo determinará su sostenibilidad. Actualmente se considera que una actividad empresarial tiene un comportamiento sostenible cuando incorpora el respeto hacia el entorno en su dimensión económica, social y medioambiental. Esta forma de entender la empresa se conoce como Responsabilidad Social Corporativa o Responsabilidad Social Empresarial y ha dado lugar al desarrollo de diversas metodologías de evaluación, aunque casi todas ellas enfocadas a mejorar la imagen y reputación empresarial a través de la publicación periódica de memorias o informes. A través de estos documentos las organizaciones empresariales muestran su grado de compromiso con el desarrollo sostenible. La complejidad y flexibilidad del concepto de desarrollo sostenible ha hecho de los indicadores el instrumento más adecuado para su evaluación y, aunque existe la posibilidad de definir indicadores cualitativos, la mayoría de trabajos han optado por indicadores cuantitativos que permiten analizar tendencias y realizar análisis comparativos. Sin embargo, no hay unanimidad ni en el número ni en la naturaleza de los indicadores que mejor definen el desarrollo sostenible pudiéndose agrupar las diferentes propuestas en dos grandes enfoques, cada uno con sus ventajas e inconvenientes. El primer enfoque, llamado conmensurable, integra en un indicador único la valoración de la sostenibilidad. Este tipo de indicadores tienen la gran ventaja de su capacidad de síntesis y facilidad de uso pero son difíciles de elaborar dado que requieren un considerable esfuerzo metodológico y técnico lo que motiva críticas en la comunidad científica por la falta de base para la integración. No obstante, es una línea de investigación que continúa abierta al despertar interés por su capacidad de evaluación y comunicación así como, por su utilidad para la formulación y el análisis de políticas públicas. El segundo enfoque, llamado sistémico, defiende el uso de un conjunto de indicadores agrupados y ordenados, pero independientes entre sí. Su definición tiene una menor complejidad metodológica y proporciona una mayor información sin distorsiones o enmascaramientos. Sin embargo, su utilidad se reduce sensiblemente a medida que aumenta su número y la capacidad para llegar a conclusiones se complica al coexistir indicadores que representan factores contradictorios entre sí. Una revisión de las propuestas desarrolladas bajo uno y otro enfoque revela que existe una gran disparidad de indicadores de sostenibilidad cuya definición está muy condicionada por su contexto de utilización, aunque se aprecia cierta coincidencia en los aspectos en los que dichos indicadores se aplican. La conveniencia de universalizar los indicadores hace que estos instrumentos estén en constante evolución lo que permite considerar distintas generaciones. El mayor número de indicadores de sostenibilidad corresponde a aspectos medioambientales por ser los primeros en definirse y aunque, actualmente, continúan en desarrollo con independencia de los indicadores de sostenibilidad ambiental, mantienen numerosos puntos de coincidencia. Con frecuencia, los indicadores ambientales se consideran indicadores de sostenibilidad de primera generación. La segunda generación está integrada por los que distinguen entre aspectos medioambientales, económicos y sociales. Así mismo, la tercera generación de indicadores se caracterizara por integrar pocos indicadores orientados a evaluar efectos sinérgicos tanto entre dimensiones como entre sectores. También existe una importante influencia intrageneracional entre indicadores motivada por la variedad de iniciativas promovidas por instituciones internacionales (Naciones Unidas, OCDE, UE, etc.). Actualmente la mayoría de países disponen de sus propios indicadores siendo, generalmente, coherentes con los impulsados por las instituciones internacionales. Todas estas propuestas de indicadores se caracterizan por responder a determinados modelos conceptuales de ordenación (PER, FER, DPSIR, etc.) que no son únicos ni cerrados ya que, es frecuente que los modelos actuales sean evolución de otros anteriores lo que motiva que los indicadores se adapten al objetivo perseguido. La introducción del desarrollo sostenible en el ámbito empresarial es el resultado de la transformación del concepto neoclásico de empresa hacia un nuevo planteamiento que comienza por incorporar sistemas específicos como la prevención de riesgos laborales, el respeto a la calidad medioambiental y el objetivo de retornar a la sociedad una parte de lo que ésta ofrece sin olvidar, por las estrictas condiciones de mercado, satisfacer la calidad de procesos y productos. La adopción de los Sistemas de Gestión Medioambiental (SGMA) en las empresas implica asumir la protección del medio ambiente como parte integrante de sus objetivos. Desde su aparición en los años setenta, estos sistemas han tenido una buena acogida y se han desarrollado numerosos instrumentos para su implantación. Estos instrumentos consisten, generalmente, en normas de estandarización y tienen en los indicadores un referente para la valoración aunque éstos no suelen definirse detalladamente dejando a las organizaciones su definición concreta en función de sus características específicas. La implantación de los sistemas de gestión medioambiental se ha visto impulsada por la adopción de estándares que incluyen la certificación de la empresa como reconocimiento externo de calidad, lo que ha dado lugar a la introducción de indicadores de carácter ambiental para la evaluación y seguimiento. Entre los instrumentos de implantación destaca la norma ISO 14000. La sostenibilidad ambiental también ha tenido un impulso institucional mediante otros mecanismos como el Reglamento EMAS de la Unión Europea basado en el empleo de indicadores para la elaboración de las Declaraciones Ambientales. Aunque tienen un carácter voluntario, este tipo de iniciativas ha tenido gran aceptación, contando España con 1.258 empresas adheridas en el año 2012. No obstante, aunque la introducción del medio ambiente en los sistemas de gestión empresarial es un avance, el salto cualitativo más importante se produce con la llamada Responsabilidad Social Corporativa (RSC), también llamada Responsabilidad Social Empresarial (RSE), más completa al incluir junto al objetivo de desarrollar la actividad bajo el respeto medioambiental, el interés por el desarrollo económico y social del entorno en el que actúa. El impulso de la RSE en la empresa ha contado con el apoyo de un importante desarrollo metodológico y conceptual constituido por marcos, directrices internacionales, normas de implantación e instrumentos para su evaluación. La RSE se ha orientado, exclusivamente, a presentar el grado de compromiso de las empresas con el desarrollo sostenible mediante la publicación de memorias o informes de sostenibilidad en base a metodologías específicas para su elaboración que incluyen, con frecuencia, el uso de indicadores. Entre las distintas propuestas metodológicas destaca la iniciativa llevada a cabo por Global Reporting Iniciative (GRI) que cuenta con un completo desarrollo de indicadores agrupados en seis bloques: economía (EC), medio ambiente (EN), derechos humanos (HR), prácticas laborales y trabajo digno (LA), responsabilidad sobre productos (PR) y sociedad (SO). Otras propuestas de indicadores generales y sectoriales son las de Instituto Ethos, IPIECA, índices bursátiles, etc. No obstante, todas las propuestas para evaluar el desarrollo sostenible en el ámbito empresarial se caracterizan por una elevada focalización de sus indicadores en los comportamientos empresariales sin tener en cuenta el entorno donde realizan su actividad lo que contraviene la importancia prestada al entorno en la evaluación de la viabilidad de los proyectos. Así, la viabilidad de determinados proyectos de gran impacto, como es el caso de determinados establecimientos industriales, supone la evaluación previa de su adecuación al entorno donde se pretenden instalar. Estas valoraciones suelen realizarse a través de las Evaluaciones de Impacto Ambiental para las que, aunque no existe una metodología universal, se han desarrollado varios procedimientos, orientados a proyectos concretos, recurriendo alguno de ellos al uso de indicadores. Las características específicas del sector industrial implican que el entorno sea especialmente relevante para su sostenibilidad. Por ello, buena parte de las instalaciones industriales de la Unión Europea necesitan una autorización específica (IPPC) en la que se fijan las condiciones ambientales para su explotación. Entre otros aspectos, por ejemplo, se establecen los valores límite de emisión de sustancias contaminantes, tomando en consideración las características técnicas de la instalación, su implantación geográfica y las condiciones locales del medio ambiente. Esta íntima relación entre comportamiento sostenible de las instalaciones industriales y la capacidad del entorno en el que operan permite explorar una nueva vía en la que los indicadores de sostenibilidad incorporen, también, aspectos territoriales y de relación con el entorno para medir la sostenibilidad. El conjunto de aspectos relevantes que pueden definir un desarrollo empresarial sostenible son: • Medio ambiente o Demanda de recursos o Descargas contaminantes o Impactos • Economía o Actividad empresarial o Relación económica con el entorno o Ecoeficiencia • Sociedad o Relación humana o Relación laboral o Relación social con el entorno La definición de indicadores relativos a estos aspectos debe tener una doble orientación, por una parte, la que proporciona la naturaleza del aspecto que evalúa (medioambiental, social o económica) y, por otra, su carácter evaluador (comportamiento, entorno o relación con el entorno) lo que permite su ordenación de acuerdo a su propio modelo conceptual. Este nuevo planteamiento permite disponer de un conjunto de indicadores de carácter territorial que incorporan nuevas funcionalidades a los actuales indicadores de RSE (orientados solamente al comportamiento) lo que supone impulsar la RSE hacia la tercera generación de indicadores de desarrollo sostenible. La disponibilidad de nuevos indicadores territoriales enlaza, así mismo, con los estudios de impacto ambiental extendiendo la evaluación del comportamiento empresarial a la totalidad de su ciclo de vida. No obstante, la mayor utilidad de esta nueva generación de indicadores que incorporan aspectos territoriales en las tres dimensiones del desarrollo sostenible surge de su uso en la toma de decisiones estratégicas como es la implantación de un establecimiento industrial ya que, su definición de forma cuantitativa permite su introducción como atributos en modelos de toma de decisiones multicriterio (PROMETHEE, ELECTRE, etc.), permitiendo a promotores y administraciones públicas poder comparar distintas opciones para posibles emplazamientos de actividades y elegir el que resulte más sostenible. La implementación de estas metodologías de decisión permite la evaluación y análisis de los posibles emplazamientos, bajo distintas preferencias o escenarios, proporcionando una importante herramienta de tanteo que ayuda a preseleccionar las opciones más adecuadas para abordar, posteriormente, la evaluación ambiental a la que obliga la legislación para obtener las autorizaciones correspondientes. En este trabajo se han seleccionado los indicadores de sostenibilidad de carácter territorial más representativos de las actividades industriales, cuya combinación con los indicadores de comportamiento permiten resolver la toma de decisiones bajo los criterios de sostenibilidad en modelos de toma de decisiones multicriterio y se ha aplicado al caso de una nueva instalación de una cementera con cinco posibles emplazamientos en la Comunidad de Madrid. Con esta nueva orientación sobre la sostenibilidad en el ámbito industrial se abren nuevos campos de investigación como la mejora de los indicadores, tanto de comportamiento como de carácter territorial, la relación entre criterios de comportamiento y territoriales para la asignación de preferencias o la evaluación de metodologías de elección, así como el desarrollo de herramientas de implementación.