Tesis:

O'Gorman, México DF, 1932 : racionalismo, revolución y vanguardia en las casas estudio para Diego Rivera y Frida Kahlo


  • Autor: JEREZ GONZÁLEZ, Javier

  • Título: O'Gorman, México DF, 1932 : racionalismo, revolución y vanguardia en las casas estudio para Diego Rivera y Frida Kahlo

  • Fecha: 2015

  • Materia: Sin materia definida

  • Escuela: E.T.S. DE ARQUITECTURA

  • Departamentos: PROYECTOS ARQUITECTONICOS

  • Acceso electrónico: http://oa.upm.es/44390/

  • Director/a 1º: JUÁREZ CHICOTE, Antonio

  • Resumen: El verano de 1932 Juan O’Gorman termina la construcción de las casas estudio para el pintor Diego Rivera y su esposa Frida Kahlo. Con esta obra, basada en principios estrictamente objetivos propios de un método materialista y científico, se erige una proclama revolucionaria que pretende llegar más allá del ámbito de la arquitectura. Las casas son al mismo tiempo símbolo de la lucha política del autor y de los habitantes de las casas y propuesta para una nueva forma de hacer arquitectura. En su construcción cristalizan las enseñanzas de algunos arquitectos precursores de la modernidad en México y los ideales posrevolucionarios acuñados desde el movimiento muralista. Pero también se pueden identificar en la concisión de sus formas precisas el eco de cuestiones que llegan desde debates lejanos. Por una parte Juan O’Gorman ha estudiado con gran interés el libro de Le Corbusier Hacia una arquitectura y la influencia formal en su obra es evidente. Por otra, Diego Rivera había permanecido durante cerca de ocho meses en Moscú, entre 1927 y 1928, como invitado a los actos conmemorativos del décimo aniversario de la Revolución de Octubre. Allí estuvo en contacto con los artistas más importantes de la vanguardia cultural soviética y especialmente con el grupo de los productivistas reunidos en torno a la revista LEF y en la Asociación Octubre, en la que se integra firmando su declaración. La intención de los productivistas de renunciar por completo a las cualidades plásticas de la obra para concentrarse en su adecuación a las nuevas técnicas de producción y a una mejor recepción por parte del proletariado es la misma que lleva a Juan O’Gorman a hacer su arquitectura sin otro objetivo que poner la máxima eficiencia funcional al servicio de las necesidades de la clase obrera. Pero las casas de Diego y Frida son mucho más que una solución eficiente a un problema funcional. En ellas la precisión sistemática de la construcción se equilibra con delicadas operaciones de configuración espacial y volumétrica. La austeridad y el rigor de su materialidad, el orden impuesto por la presencia del esqueleto estructural y la aparente despreocupación del trazado de las instalaciones tienen un intenso contrapunto en las implicaciones simbólicas y surrealistas que impregnan veladamente la atmósfera creada dentro y alrededor de las casas. Otros proyectos realizados por Juan O’Gorman en torno a esta obra y en la misma época ayudan a entender la riqueza escondida en la aparente sencillez de su arquitectura. A pesar del discurso de su autor, que niega categóricamente su valor arquitectónico, las casas estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo se convierten en una obra de gran relevancia, un hito en el surgimiento de la modernidad en un lugar alejado del foco original de las vanguardias como era el México de aquellos años. Desde esta obra es posible dirigir una mirada diferente a cuestiones de gran relevancia en la formación de la arquitectura moderna en relación con los movimientos revolucionarios de la época. ABSTRACT Summer of 1932. Juan O’Gorman completes the construction of the house-studios for the painter Diego Rivera and his wife Frida Kahlo. This work, based on strictly objective principles inherent in a scientific and materialistic method, rises up as a revolutionary announcement expecting to acquire a status beyond the field of architecture. It is at the same time a symbol of the author’s and the future inhabitants’ political struggle and a proposal on how to produce new architecture. These houses crystallize the teachings of several mexican architecture modernity pioneers and the postrevolutionary archetypes forged in the muralist movement. But in the exact conciseness of its shapes, echoes of matters that arrive from distant discussions can also be identified. On the one hand Juan O’Gorman has read by that time with deep interest Le Corbusier’s Towards a new architecture and receives a clear influence in the style of his work. On the other hand, Diego Rivera had stayed for about eight months in Moscow, between 1927 and 1928, invited to represent several organizations of his country in the memorial acts celebrated on the October Revolution’s tenth anniversary. While in Russia, Rivera engaged in contacts with the most important artists from the avant-garde soviet movements, especially with the productivist group gathered around the LEF magazine and in the October Association of Artistic Labor, which he joined adding his signature to its Declaration. The productivists’ will of renouncing the plastic qualities in their work to focus instead on its adaptation to new production techniques and to a better reception among the proletariat is the same stimulus that leads O’Gorman to build architecture with the only purpose of placing functional efficiency at the service of the working people’s needs. But Diego and Frida’s houses are much more than just an efficient solution to a functional problem. Theirs systematic building accuracy finds balance in delicate spatial and volumetric operations. The scarcity and technical rigour of its materialization, the order imposed by the structural skeleton presence and its seemingly careless layout of installations are strongly counterpointed with the symbolic and surrealist implications that, in a veiled way, permeate the atmosphere inside and around the houses. Other projects built by Juan O’Gorman during those years in relation with this work further an understanding of the underlying richness beneath the apparent formal simplicity of its architecture. In spite of its author’s discourse, that denies any architecture quality in them, Diego Rivera and Frida Kahlo’s house-studios become a major capital work, a milestone in the emergence of modernity in an unexpected place, far from the original stage for the avant-garde movements’ growth, as post-revolutionary Mexico was. These houses allow a different gaze to some relevant issues concerning the formation of modern architecture and their relationship with the revolutionary movements of those years.